Los efectos narcotizantes de las pasadas elecciones, inyectados mediante la jeringa de los medios de comunicación, empiezan a pasar, y la gente sale del sueño de opio, en el que hubo la vana ilusión de que un gobierno de banqueros y comerciantes resolvería los enormes problemas sociales acumulados por veinte años de “democracia” neoliberal, realizando el “cambio” tan deseado. El pueblo panameño empieza el duro despertar tras una noche de feliz borrachera y la goma, el guayabo, la resaca, duele.
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