Nuevos actores desde los movimientos sociales no tradicionales están tomando protagonismo y esto reconfigura la correlación política electoral. El reto está entre que las fuerzas progresistas sepan conducir dicha coyuntura o que las mismas pasen desapercibidas, como ha ocurrido en los últimos 30 años, en que sectores de conciencia alternativa han sido superados por una masa indignada, pero sin contenido y que los partidos políticos de derecha sí han sabido canalizar.
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